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Casos prácticos.- Ira


No sólo de la teoría vive el hombre. Por tanto, tampoco el coach. No hay nada más bonito que poder poner en práctica esta disciplina. Tengo la suerte de participar en algunos procesos de coaching. Os iré contando diversos casos que me van presentando porque creo que son muy didácticos a la hora de conocer para qué sirve el coaching.

Los asuntos sobre los que he trabajado están muy centrados en lo laboral -por supuesto a parte de en lo deportivo.  Me plantean objetivos sobre el trabajo, las relaciones intepersonales en la empresa, la creación de un negocio, o cómo afrontar cambios en este ámbito. 
Fué muy interesante el planteado por Iván M. (nombre ficticio, por supuesto). Se percató de que en cada reunión que tenía con su jefe la tensión iba en aumento. No tenía química con él. No compartía ni comprendía sus decisiones; se enfrentaba a él e incluso se daba cuenta de que estaba perdiendo las formas. Si aquello seguía así, su trabajo estaba en el aire. Y esto era un lujo que no se podía permitir. 
Su objetivo, marcado con intensidad, fue poder controlarse en las reuniones. Se jugaba mucho con eso. Trabajamos sobre lo que ocurría ene las reuniones, cómo las planteaba y qué ocurría en ellas. Iván las empezaba relajado, con la confianza de que todo iría bien pero siempre se iba todo al traste. En un momento determinado, una frase, una orden o una instrucción, le desataba los demonios. Y arremetía contra su jefe.
Tras analizar lo que siempre ocurría , decidió cambiar de estrategia. Concluyó que lo que necesitaba era entrar a ellas sabiendo que en cualquiere momento se podía desmadrar. Y las consecuencias que ello le traería. Por tanto, necesitaba recordar todo lo que podía perder si seguía así. Sólo de esa manera evitaría la catástrofe.  Y le funcionó, su solución le funcionó. Consiguió tener presente en todo momento las ventajas de no crear conflictos innecesarios y eso le ayudó a superar la situación.
Sigue sin estar de acuerdo con su jefe pero sabe controlarse. Incluso ha aprendido a dar su punto de vista sin que se le hinche la vena. Con tranquilidad. Disfrutó mucho al poner en práctica, entre otras, la decisión de bajar su tono de voz. Nos habíamos reído a carcajadas mientras simulábamos esta situación.
 Lo mejor de todo es que su jefe le ha felicitado por sus aportaciones y su manera de ver y plantear las las situaciones. El coaching funcionó. 

Guau,...,¡que fuerte!

Guau, es impresionante. La época estival suele ser parca en noticias. Y nos dejamos llevar un poco por la abulia veraniega. Pero claro, hay ciertas cosas que despejan, que te ponen de nuevo   en marcha.
¡Guau,guau, guau! Es mejor  respuesta que puedes esperar cuando le preguntas “¿para qué eres tan agresivo?. O bien si preguntas “¿Qué sentiste cuando invadieron tu espacio?” seguro que tendrás la respuesta: “Guau,guau,…” Vamos, yo por lo menos no puedo esperar algo más cuando se practica esta modalidad nueva: Coaching canino.
¡Madre mía! Lo leí en una publicidad impresa y me quedé de piedra. Así, con dos…”Coaching canino”. Y se quedan tan anchos.
Eso sí, debe ser fácil. Además. Porque -bien resaltado - indican que lo consiguen en una sola sesión. En una sentada, todo solucionado. Será verdad lo de la inteligencia del perro. O bien, es que hay personas que tienen facilidad para el coaching. Tendré que estudiar más.
No obstante ya dije hace tiempo, en los inicios de este blog que no me gustaba la palabra coaching. Y de aquellos poolvos vienen estos lodos. Pero es lo que hay. Así que voy a hablar con esta gente y trataré de llegar a un acuerdo. Que permitan usar la palabra coaching sólo para quienes trabajan con las personas y entrenadores caninos para quien lo hace con los perros.  Reconozco que su denominación me gusta más.
Ah, que no se me olvide, en la próxima os comentaré sobre el coaching sex.  Estamos en verano.