Siempre ocurre algo
sorprendente. Así es la vida cuando le prestas atención. O mejor dicho cuando
te la tomas con intención. El otro día
me llamaron para reñirme. Al principio
no entendía nada pero aguanté bien el tirón. Luego me di cuenta de lo que estaba
ocurriendo y me alegré mucho de ser el culpable colaborador necesario de lo que
se me acusaba.
Resulta que estoy
trabajando con un grupo de personas que me pidieron que les ayudara a vender
más. Hemos tenido tres o cuatro reuniones. Yo me lo he pasado muy bien pues en
ellas me van hablando de sus actuaciones y de lo que necesitan para mejorar en
sus objetivos. Hasta aquí sin problemas.
Pero me doy cuenta de que
el trabajo realizado es bueno cuando uno de los directivos de la empresa con la que colabora este
grupo me llama para insinuarme que hay ciertas decisiones en las que ese grupo
no debe de participar. Vamos , que deje
de animarles a tener voz propia y que tan sólo les enseñe a vender.
Por supuesto, además de
sorprendido, me sentí orgulloso, complacido y enfadado. Porque ese directivo que
me llamó quería que todo fuese mejor… pero dejando todo como estaba. Y eso es
imposible. Esa necesidad del directivo de volver al estatus anterior me indicó
que de verdad quien estaba bloqueando el posible aumento de las ventas era él.
Por su comodidad. Todo conocido para tenerlo todo controlado.
Pero este grupo
está aprendiendo que todos juntos forman un uno con personalidad propia, con
fuerza y con valores. Este grupo está
aprendiendo a reivindicar para mejorar. Está apretando a su empresa para que
esta funcione mejor.
Lo que no sabe ese
directivo es que este grupo no tiene marcha atrás. O renace o se deshace.
Porque han saboreado el gozo de la unidad, del apoyo entre sus miembros, del
potencial que les da ser grupo. Y ahora
tendrá que ser la empresa quien decida. O la comodidad de un directivo – y el
grupo se deshace – o se atiende al grupo
y entonces el directivo tendrá que renovarse …o morir.
Por eso animo a realizar
actividades en grupos. En grupos con intención y con pasión. Porque crece el
grupo y de paso crecemos cada una de las unidades que formamos ese grupo. Y la
espiral ascendente que se crea no es sumatoria sino exponencial. ¡Multiplica
tus valores!
Hombre! Pues yo te invito a mi grupo!! Ya sabes donde estoy, feliz día y......, buenas decisiones Javier!!
ResponderEliminarGracias Juan Carlos, pasaré por allí a ver qué se cuece. Que la serendipia te acompañe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buen artículo, Javier. Trabajar en grupo y con pasión nos ayuda a sumar y progresar. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Marta, gracias por venir a este blog. El grupo (como suma de individualidades más colectivo) tiene una fuerza impresionante. Siempre lo he visto - y trabajado así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente nota!......en detectar el fallo y desarrollar potencial....muy bueno!.....salydos cordiales.
ResponderEliminarMabe, gracias por esta visita a mi blog. Me alegra saber que te gusta. Los mejores conocimientos vienen de la experiencia proia. Tengo la suerte de haber trabajado con muchos grupos y tengo claro que el crecimiento de estos siempre supone el desplazamiento de quien lo gobierna. Para arriba creciendo con ellos o para abajo deshaciéndolos, pues el reconocerlos le supondría alterar su ya alcanzado equilibrio egoísta. Un abrazo.
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