En una buena discusión, sé dueño
del silencio.
Entonces, ¿cómo discuto?
Está claro que si lo que quieres
es tener una refriega, pues ya sabes, no dejes hablar a tu oponente. Mete tus
comentarios antes de que él acabe, no le dejes terminar ninguna frase o
razonamiento, y si es posible, atácale con saña. Ah, y de vez en cuando le
insultas. El resultado, seguro, serán un par de bofetadas o los gritos y el follón.
Bueno, allá cada uno. Casi, casi, mejor un ring. Es más noble y no hace falta
hablar.
Pero si en esa discusión quieres
conocer el punto de vista del de enfrente y compararlo con el tuyo, aprender y
valorar el peso de tus convicciones, entonces, utiliza el silencio. Manéjalo.
Son sólo dos décimas de segundo.
Bueno, exagero, un par de segundos. Cuando estés en esa conversación
interesante, deja que acabe su exposición. Y entonces, cuando haya acabado,
mírale y calla un par de segundos, como dándole pie a que siga. Te prometo que
a partir de ese difícil silencio, de ese hueco que creas en el diálogo, pones
al otro en una situación desconocida. Le
estás diciendo sin verbalizarlo: sigue, te escucho. O bien, ¿estás seguro de lo
que acabas de decir? Le estás poniendo a prueba con tu silencio. Lo más
probable es que a partir de ese momento
le veas dudar más, le oigas empezar a asumir tus valoraciones, a pedirte tu
opinión. En fin, a dar pie a una buena conversación con respeto y ganas de
aumentar conocimiento. ¿Sólo con dos segundos? Sí, aunque parezca mentira.
Mirada profunda y dos segundos de silencio. Pruébalo. Te sorprenderá.
Hola Javier.
ResponderEliminarEste post va mucho contigo...todavía te recuerdo en tu despacho dándome a mi esos dos segundos de silencio que descolocan, y mucho , lo digo por experiencia propia , porque me guste o no, en muchas ocasiones no me he callado ni debajo del agua. Tomare nota para ponerlo en práctica en cuanto pueda.
Muchas gracias y un abrazo.
NOELIA
Pues pruébalo en alguna conversación. Verás que cambio. Uno porque igual el de enfrente aún tiene cosas interesantes que decir, dos porque te das tiempo a pensar y tres porque le pones en un silencio que le descoloca. En fin, está muy bien hacerlo de vez en cuando. Ya sabes lo que se siente en carne propia, je.
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