Imagina por un momento que te
dispones a comer. Enfrente, un buen amigo que te acompaña. Dos platos de sopa
recién hecha, bien, pero bien caliente (por favor imagínate que os gusta mucho la sopa –esta parte es más
difícil).
Tu amigo viene con mucha hambre.
Tú también la tienes. Él le mete cucharada al plato y se la lleva a la boca.
Lógicamente, se quema. Le insinúas que espere
un poquito a que se enfríe. Él, vuelve a comerse otra cucharada. Segunda
ampolla en la boca. Le pides que se dé cuenta de que si sigue se va a destrozar
el paladar. Él, con lágrimas en los ojos, reconociendo que está ardiendo, te
comenta que tiene mucha hambre. Que sabe que se va a quemar pero que va a
seguir comiendo. Tú, como amigo, le
pides que deje de comer, que tan sólo tiene que darse un poco de tiempo.
Consejo imposible. Sigue comiendo, con lágrimas en los ojos tras cada cucharada.
Se atraganta pero le es igual. Así hasta acabarse el plato. El resultado, por
supuesto es catastrófico. Ulceraciones en la boca. No puede ni hablar. No
comerá en varios días. Sus papilas gustativas han quedado destrozadas. Nunca más volverá a disfrutar de una buena
comida. Con la confianza de amigo, le recriminas la barbaridad de lo que ha
hecho. Él, congestionado, dolorido, lloroso y jodido, te contesta ( casi sin
poder abrir la boca): “Es que yo soy así”.
Esta situación, desde luego
exagerada pero menos imposible de lo que parece, ocurre en muchas de las
conversaciones que se tienen entre amigos cuando uno está dando un consejo a
otro. Eso si es que te lo han pedido. Porque si ni siquiera te lo han pedido
entonces todo se vuelva aún más rocambolesco.
Además, tú te quedas fastidiado
pues no has podido ayudar. Tus comentarios no han servido de nada. ¡Y da
gracias a Dios de que no te acuse tu amigo de lo que le ha ocurrido! Porque
como estará fastidiado será capaz de recriminarte el que le hayas dejado comer
y serás el culpable de todos sus males!
¿Cuándo has dado un consejo no
pedido? ¿Qué resultado obtuviste? ¿Cómo puedo ayudar sin aconsejar?
Tengo claro que el coaching y su
práctica me ha enseñado mucho en este sentido. Aunque de vez en cuando, aún con
demasiada frecuencia, se me escapa algún consejo no pedido,… con las
consecuencias que eso trae.
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