Imagina que quieres ir del punto A al B. En este blog,
permanentemente, hablamos de la racionalidad a la hora de establecer caminos: piénsalo,
medita bien qué pasos quieres dar. Ok, ya has establecido el camino. El para
qué del mismo. Tras dedicarle muchas horas de meditación decides ponerte en marcha. Y ahora a por el objetivo. De acuerdo, nadie
te va a parar. Tu cabeza marca los pasos. Lo conseguirás.
Pero,…, existen señales aparentemente irracionales que de no
tenerlas en cuenta, pueden hacer que
todo el castillo montado se nos venga abajo o que no escojamos el camino
adecuado. .
Metidos en la vorágine de la consecución del objetivo, somos
capaces de no oír nuestro estómago. Cuántas veces intuímos que algo no funciona
y sin embargo, en pos del objetivo, desoímos estas señales y a base de
racionalidad las tapamos y seguimos adelante.
La respuesta frente a esos pequeños desasosiegos irracionales
puntuales - como pueden ser un malestar del estómago, una sensación de
insatisfacción, un apagarse ligeramente una sonrisa, una desazón momentánea –
suele ser: “Yo puedo y por tanto, borro esta duda momentánea porque,…” y
comenzamos a pensar en las ventajas del objetivo, en lo que vamos a conseguir,
en el logro de la meta, y, racionalmente, apagamos las voces interiores.
Solemos considerarlo un éxito. “Puedo con los inconvenientes”.
Y al alcanzar la meta, resulta que no es como la habíamos
pintado, que no nos satisface como esperábamos, que hay algo que nos hemos
dejado en el camino y que nos hubiera hecho falta. Hemos conseguido satisfacer
nuestro ego con la consecución del objetivo pero, aquello no funciona.
Por eso es importante oírnos. Y cuando nuestro “estómago” o
nuestro “corazón” suena, hace ruido, hay que prestarle atención. Por seguir con
la imagen de los ruidos, no debemos dejar que el ruido del objetivo tape el de
nuestras sensaciones y emociones.
Claro que hay que ser racionales pero escuchemos esas
pequeñas señales de aviso que nuestra intuición nos va dando. No te olvides que
en el camino vamos a tener intuiciones casi contradictorias. Una vez
detectadas, pensemos en ellas y lo que pueden significar justo en ese momento. Son
las claves que nos darán la dirección correcta. Son las señales que nos ofrecen
el mejor camino hacia el objetivo. Aunque
en ese momento nos parezca que nos desviamos.
Pd.- Si mi amigo me lee sabrá que esto va por él. Espero que
con esta entrada entienda mejor lo que quise decirle. A mí me ha servido
escribir sobre esto.
Hola Javier:
ResponderEliminarNo se quien será tu amigo pero este post me viene muy bien, va "al pelo" con el anterior. Y sabes lo que te digo que me dan ganas de desmelenarme de mandar mi racionalidad al carajo y disfrutar de mis sensaciones de mis sentimientos sin cuestionarme nada.
¿Me ayudara esto a alcanzar la meta? yo creo que si.
NOELIA
Creo que hay un punto, una encrucijada, en la que hay que dejar moverse a la intuición, al destino, a esas mareas desconocidas. ¿Cómo saber cuando? Es posible que si oímos al estómago -y entiende por esto esa sensación que tras filtrarla por la cabeza reconocemos como voz de fondo - aumenten nuestras posibilidades de poder hacer lo adecuado. Me gustaría tener una teoría científica para esto, pero no la tengo. Lo siento.
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