Victor Kuppers http://www.kuppers.com/ |
A mí me gustan las que el ponente sale, cuenta sus cosas, y
si me gustan me las quedo y si no, pues no. Yo, sentadito en la butaca,
escuchando, tomando notas y siendo empático o no con el valiente que se atreve
a subir a un escenario.
He estado en muchas fallidas, incluso las de este último
formato. No pasa nada. Éstas las critico un poco, valoro el esfuerzo que hay
detrás de ellas y las olvido en un
instante.
Pero cuando te cae una buena, es una gozada. Sales con la
cabeza hirviendo y con un subidón importante de adrenalina. En este blog os he
hablado de algunas.
Ah, sólo pongo las que me gustan.
Bueno, pues a lo que iba. En esta ocasión mi empresa acertó
de pleno. El ponente salió, anunció que en sus conferencias no se admitían
masajes, que admitía preguntas pero que no las contestaría, y que después de
hora y media de plantearnos cosas sencillas, hiciéramos con ellas lo que
quisiéramos.
Cumplió su palabra. Genial.
Está en mi onda. Hablo de Viktor Kuppers. Por destacar alguna de las
partes, que no quiere decir que las otras no fueran igual o mejores que esta, resaltaré
la dedicada a la excusa, a la
utilización del “Es que,… “ . Estas dos sencillas palabras construyen el
muro de contención más importante para la acción. Cuando las decimos,
construimos nuestro búnquer perfecto (para nosotros). Argumentamos
racionalmente la mejor excusa para evitar ponernos en marcha. Con esto,
quedamos parados, bloqueados.
Lo mejor es que le veáis en acción. Un fenómeno. Ah, y no
dejemos de prepararnos ya. ¿qué ocurriría si durante una semana nos pellizcamos
fuerte al utilizar las palabras “ es que,…”
Os dejo con Viktor Kuppers
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