En Grecia y Roma, la posibilidad de hacer algo distinto (no digo crear
porque esa palabra ni existía), era atribuída a la existencia de espíritus que
vivían “pegados” al lugar de trabajo. Eran ellos los que insuflaban esa idea
nueva, distinta, y que te hacían triunfar o fracasar en el intento.. Por
cierto, los griegos les llamaban diablos y los romanos, genios. Digamos que la
responsabilidad no era de la persona sino de algo ajeno a ella.
Más adelante, en la edad media, todo dependía de un ser superior. Así que
nos era imposible generar nada que no viniera por influencia divina. Aquí, en
nuestro caso, le llamábamos,.. Dios. Amén de que todo debía ser a imagen y
semejanza de Él. Por tanto, la responsabilidad no era de la persona sino de
algo ajena a ella.
Ya en el siglo XX, se habló de genios. Es decir, sólo unas pocas personas eran
capaces de ofrecer algo distinto. Para ello habían sido dotadas de algún gen
extraordinario que les hacía diferentes. Por tanto, la responsabilidad no era
de la persona sino de algo ajena a ella.
Pero, desde finales del XX hasta ahora, la ciencia en todos sus campos
(psicología, biología, medicina, etc, etc) nos dice y enseña que para ser
creativo no hace falta ser un genio, que la creatividad depende de la capacidad
de puesta en acción de la persona. Y además, afirman, que esto se puede
trabajar, se puede desarrollar, se puede mejorar.
Por tanto, la ciencia nos ha
hecho una canallada. Nos ha soltado la responsabilidad de querer ser creativos.
No nos deja lugar a excusas. Puedes ser creativo si quieres. Eso sí, no sin
esfuerzo. ¿Te apuntas?
Pd.- Si aún no sabes para
qué debemos trabajar la creatividad, espera un poco y te lo intentaré contar en otro
post. Mientras tanto, te dejo aquí unos enlaces por si no los has leído:
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