Él me lo explicó. “Siempre me ha gustado bailar, a
mi ritmo, a mi bola, hasta que un dia, vi un grupo de baile en la calle, me
animé, y me puse a intentar imitarlos. ¡Madre mía, que vergüenza pasé!. ¡Y yo que pensaba que bailaba bien! Acabé yo
sólo haciendo movimientos rídículos y quienes me veían, muertos de risa. Yo era
un incompetente para aquel baile, ¡y no lo sabía! Así que además de incompetente, era un insconsciente. Desconocía lo que no
sabía.
Pregunté a los bailarines. Me explicaron cómo
podía mejorar mi baile. Pasos, ritmos, clases, esfuerzo, etc. Renové mi seguridad en que en ese momento era
un incompetente. Volví a percatarme
de que había sido un inconsciente intentando bailar allí, con ellos. Pero ahora
era consciente de lo que tenía que
hacer.
Así que decidí aprender, ir a clases. Me costó
mucho esfuerzo. Eso sí, disfruté mucho teniendo que contar cada paso, imitando
mucho, tomando buena nota de lo que me indicaban los profesores. Cada nuevo
movimiento, desencajaba mi cuerpo. Tenía que pensar cada vez. Con el tiempo,
bastante por cierto, empecé a bailar con alguna técnica. Empecé a ser competente en el baile. Me daba cuenta de mi mejora. Pensaba mucho en
ello, entrenaba mucho. Era consciente
en cada paso de lo que tenía que hacer.
Hasta que un dia, en el momento más inesperado, todo
fluyó. La música me embriagó. Bailaba bien. Era competente bailando. Pero ya no pensaba en lo que estaba haciendo.
Tan sólo, lo hacía y además disfrutaba. Y todo de manera inconsciente. Sin
contar, sin medir, sin controlar ni gestionar cada paso. Ahora bailo bien y de
manera inconsciente. Y me gusta. Dejo que todo fluya. El ambiente, la gente, la
música. Creo que así aprendí a bailar”
Así aprendí la lección de
los cuatro pasos que debemos tener siempre presentes cuando queramos aprender
algo. Las cuatro etapas del aprendizaje son (y en este orden, please):
Eso sí, dejo para otro post
la explicación de lo que hizo mi amigo para aprender más rápido, mejor, y sin
tanto esfuerzo.
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