Para mi sorpresa, estoy aprendiendo más a
pensar que a dibujar. Quienes me seguís en este blog sabéis que ahora me hadado por soltar la mano con un lápiz. Me apetecía hacer algo distinto a lo de
siempre y ver cómo salgo de esta experiencia.
Además de pasármelo pipa y
dedicarle mucha atención y continuidad, lo más sorprendente – amén de ver cómo
voy destrozando las caras de mis amigos intentándolos dibujar – es que me estoy
dando cuenta de cómo me limitan mis miedos.
Miedo a hacer extremidades
largas, por lo que se me quedan siempre cortas, miedo a ojos grandes, con lo
que no hay manera de hacer un ojo natural, miedo a sombrear, de aquí que me
aparezcan manchurrones por todo el papel. Tengo una batalla permanente con esto
y mil cosas más.
Así que a base de ensayo con limitaciones-fracaso he decidido
que cuando me percato de que me aparece algún temor, trato de apartarlo y me
obligo a soltar la mano. El resultado es que entonces, sin miedos y sin
límites, empiezo a conseguir algo, a avanzar, a dar lo mejor de mí (siempre
siendo consciente de que aún no llevo un mes con esto).
Poner en práctica esta
nueva actividad me ha permitido ver hasta qué punto la autocrítica, la crítica
ajena, las limitaciones mentales, y un montón de cosas más no me permiten
avanzar con soltura dentro de mis
conocimientos aún muy limitados. Y eso que es un hobby, una afición de la que
no depende mi vida ni pienso en vivir de ella, ni arriesgo nada.
¿Qué ocurre entonces
cuando realizo cualquier actividad mucho más vital o necesaria que esta? Pues a
medida voy comparando, veo que los miedos y las limitaciones son aún mucho
mayores. Me doy cuenta de que llevo muchos años haciendo cosas pero con mucho
lastre, con mucha carga emotiva y limitante que consigue ponerme infinitos
frenos, más de los que debería tener.
Así que a partir de ahora
daré más rienda suelta al lápiz, a mi bolígrafo con la escritura, al modo de trabajar, a …
a todo. ¿Tendré miedo... o tal vez,.. daré miedo?
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