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Esta vez, la imagen, el momento, el sonido,..., lo debes poner tú. |
Me ocurre lo que a otros. Vamos, que no me distingo mucho
del resto de los blogueros. No he encontrado una definición exhaustiva de la
ternura. He llegado hasta la página 30 de google buscando una definición que me
llenara y no la he encontrado. De ahí que haya tardado más de lo habitual en hacer
esta entrada. Tras leer bastante sobre esta emoción, me quedo casi igual.
¿Y por qué me da por esto ahora? ¿Estoy ñoño, sensible,
melancólico, flojito? Pues no. Voy en búsqueda de la emoción más fuerte en sentido positivo. La más potente. En su momento tan sólo indiqué su existencia.
Os invito a visitar primero esta entrada y luego esta otra para que os hagáis una idea de por dónde van los tiros. Veréis que el potencial de la ternura es bárbaro. Es un arma de construcción activa. No pienso ignorarlo.
Pues manos a la obra.
Según el RAE, la ternura se define como : Cariño, amor,
amabilidad o afecto.
Por tanto, al cariño, amor,
afecto o amabilidad que una persona expresa y demuestra por determinadas cosas
o por alguien se lo designa con el término de ternura.
¿Algo más genérico no puede ser? Eso sí, bien
leída, esta definición engloba emociones que consideramos vitales para nuestra
felicidad y que pedimos y, alguna vez,
tratamos de dar. Pues la ternura está por encima de todas ellas. ¡Imaginaos el potencial de esta emoción positiva global!
Permitidme que os adjunte también como recordatorio
la definición que el RAE nos da sobre emoción: “1.
f. Alteración del
ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta
conmoción somática.”
Por
tanto, si consideramos la ternura como una emoción (además positiva) la
consideraríamos como una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable,
que va acompañada de cierta conmoción somática.
Bueno,
pues los estudios científicos nos demuestran que esa conmoción somática es intensa,
medible, y satisfactoria (véase coherencia cardíaca). Como no sólo de estudios científicos viven las
personas, os invito a que cerréis los ojos y recordéis un momento de ternura. Cuando
los abráis, os daréis cuenta de que en vuestra boca se ha reflejado una
sonrisa. Y con un poco más de sensibilidad, tal vez hayáis sentido incluso
cierto relax y cierta paz.
¿Qué
podemos hacer entonces para hacer esa
emoción nuestra? Os invito a ser coleccionistas
y buscadores de ternura. ¿Para qué? Para usar ese archivo en cualquier momento, bueno,
malo o regular.
¿Cuándo
sentiste ternura por última vez? ¿Qué pasa cuando recuerdas algún momento
tierno? ¿Cómo podríamos aumentar nuestra colección de ternura?
Permitidme finalmente que os deje este párrafo de Jacques Salomé, autor del libro “Cómo atraer la ternura” , que desde luego nos invita a pensar.
“La ternura no es un estado
permanente, sino un descubrimiento perpetuo que cada uno de nosotros podemos
hacer, no a través de la fragilidad de las apariencias o la rutina de las
costumbres, sino en una vivencia consciente y completa del presente. La
ternura no nace de lo imposible, sino que engendra vitalmente lo posible”.
Pd.- Veréis que la ternura da para mucho. Así que poco a poco iremos entrando en esta materia. ¡Quedáis advertidos!