¿Qué puedo hacer para que
mi hijo de 25 años…? Los puntos suspensivos pueden ser sustituidos por varias
palabras. Por ejemplo: encuentre trabajo, tenga más empuje, comprenda la
situación económica que tenemos, hable conmigo,…y así un sinfín de
posibilidades.
Por cierto que la edad
también se podría sustituir: 20, 24, 28,…, 30, 32.
Entiendo la preocupación
que un padre o una madre pueden tener sobre estos asuntos pero inmediatamente
me asalta la intención de gritar: ¡No hagas nada! ¡Deja de hacer!
Porque hay situaciones en
las que vale la pena parar, desconectar o callar. Donde la solución a la
situación viene por no intervenir, por dejar de aportar. No estoy diciendo que abandonemos a su suerte a un “adolescente” (20, 24, 28,…,
30, 32) sin recursos económicos, sin darler de comer, de vestir y alojamiento; pero tal vez sí, definitivamente, que dejemos
de proteger, justificar y dirigir.
Yo me planteo que qué
ocurriría si alguien además de darme de comer, vestirme y alojarme, me diera dinero
para mis gastos y justificación total para mis enfados, estados de humor y
situaciones de vida. Si además me viera como lo mejor del mundo por quien vale
la pena hacer cualquier tipo de sacrificio, entonces igual me dejaría arrastrar al estado
de dependencia plena. Sería el paraíso.
Es muy difícil que unos
padres dejemos que nuestros hijos se estrellen a su libre albedrío, parece
tarea imposible. Lo único que me planteo es que será de esos hijos cuando nosotros
no estemos a su lado. ¿Serán capaces de
sobrevivir? ¿Qué les hemos dejado entonces? ¿A dónde les hemos dirigido? ¿O es
que no nos damos cuenta de que sólo vivirán mientras lo hagamos nosotros?
¿Qué escondemos detrás de esa sobreprotección? Evitamos nuestro sufrimiento con verdadero egoísmo.
Hace tiempo lei un articulo que hablaba de como hacer inutil a una persona, y viene perfecto para complementar este articulo.
ResponderEliminarhttp://reflexiondominguera.blogspot.com.es/2012/09/si-quieres-convertir-alguien-en-un.html
Gracias por tu aportación "Anónimo". En efecto se complementa con esta. Ójala nos demos cuenta a tiempo de lo que no es sano hacer con quienes queremos.
ResponderEliminarUn saludo.
Javier, estoy completamente de acuerdo contigo. A veces me he sentido como una madrastrona al hablar con amig@s y compañer@s de concesiones y protecciones ejercidas sobre los hijos. A veces he discrepado incluso con mi marido al respecto de cómo actuar con los nuestros. Creo que el tiempo y el empeño va poniendo el camino a recorrer más adecuado. Pongo 25 y 30 años a tu texto, las edades de mis hijos. Ya viven con sus parejas. Son independientes intentando no naufragar por ese mundo de incertidumbre laboral y económica en el que les ha tocado vivir. Una de nuestras misiones como padres es velar porque vuelen a pesar de los temporales que se puedan encontrar. Claro, sabiendo que ante un tsunami nunca se quedarán sin nuestro refugio y apoyo. Pero ese es otro cantar.
ResponderEliminarUn abrazo.