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Remata la idea

Me vais a permitir unos dias de vacaciones en este blog.  ¿Por qué? Por el mero hecho de que me apetece. Un descanso no viene mal. Pero como esto es algo voluntario os dejo un par de actividades por si seguís con las pilas muy cargadas.

La primera propuesta es invitaros a pasear por este blog durante estos dias. La mayoría de las entradas (casi 150) aunque estén escritas desde hace tiempo, son intemporales. Valen para cualquier momento.  En la zona derecha del blog podéis elegirlas por tema o por fecha según queráis leer a la aventura o profundizar en algún asunto concreto.  Ah, si lo hacéis espero vuestros comentarios, que animan mucho. 

La segunda, verdadero motivo del post de hoy, os llevará algo más de esfuerzo pero la tarea puede ser bastante gratificante. No sólo descansar ayuda a traer ideas nuevas. Hay otros métodos aunque no se porqué siempre tiendo hacia al periodo vacacional. 

Bueno, pues ahí va. Os invito a aplicar el método SCAMPER para esa/s idea/s que lleváis en la cabeza y que queréis desarrollar en el 2015. Vale tanto si tu idea es iniciática, es decir todavía está en fase de embrión o ya empiezas a tenerla desarrollada. La única condición es que esa idea te motive. Si es así, encontrarás fácil y divertido aplicar el SCAMPER amén de que verás que te ayuda a llevarla a buen puerto. Este método ayuda a pensar más fluidamente.

Vamos con ello: SCAMPER es el acrónimo de las siguientes palabras:  Sustituye, Combina, Adapta, Magnifica, Propón para otro uso, Elimina, Reordena).

En principio esto puede parecer complicado así que debemos bajar un escalón más para entender bien que se quiere decir con estas palabras y aplicarlas a la mejora de una idea. Por eso vamos a plantearnos unas buenas preguntas que nos ayudarán a comprender mejor este método.  Eso sí, no te pongas limitaciones a lo hora de contestar. Deja libertad a tus ideas. Luego analiza y rechaza o acepta. 

Veamos si sobre esa idea que tienes se puede SUSTITUIR algo:
¿Qué puede sustituirse? ¿Quíen? ¿Pueden cambiarse las reglas? ¿Los ingredientes? ¿El material? ¿El procedimiento? ¿El lugar? ¿El formato? ¿El enfoque?...

O que se puede COMBINAR:
¿Qué ideas pueden combinarse? ¿Combinar objetivos y propósitos? ¿Hacer un surtido? ¿Mezcla, aleación, conjunto? ¿Fusionar con otros objetos? ¿Combinar para multiplicar los usos? ¿Combinar materiales?...

Tal vez ADAPTAR:
¿Qué otra cosa es similar? ¿Qué otra idea sugiere?¿Se ha hecho algo parecido antes?¿Qué o a quién se podría copiar?¿Qué otro proceso podría ser adaptado? ¿Qué ideas de otros campos puedo incorporar?...

Incluso MAGNIFICAR:
¿Qué puede ser ampliado o hacerse más grande? ¿Qué puede ser exagerado o enfatizado? ¿Qué puede añadirse? ¿Más tiempo? ¿Más fuerte? ¿Más alto? ¿Más duradero? ¿Qué puede ser duplicado? ¿Se podría llevar a un extremo dramático?...

No te rindas, buscaremos MODIFICAR:
¿Cómo puede alterarse para que sea mejor? ¿Hay un nuevo giro? ¿Cambiar el significado, el color, el sonido, la forma, el olor, el tamaño? ¿Cambiar el nombre? ¿Cambiar el proceso?...

Pues que tal si le PROPONEMOS OTRO USO:
¿Para qué otra cosa podría utilizarse? ¿Existen nuevas formas de utilizarlo como está? ¿Podría utilizarse para otra cosa si se modificara? ¿Se puede dar otro uso a un residuo?...

Y si no, ELIMINAMOS O REDUCIMOS:
 ¿Qué pasaría si esto fuera más pequeño? ¿Qué es lo que debería omitir? ¿Puede dividirse, partirse? ¿Quitar importancia? ¿Hacerlo miniatura? ¿Restar? ¿Borrar? ¿Qué no es necesario?...

Creo que estas preguntas son muy potentes. Pero lo que más me gusta es que están organizadas. Quienes en algún momento han creado algo seguro que han pasado por buena parte de ellas. Pero tenerlas todas delante y organizadas nos puede ayudar a ganar tiempo y esfuerzo.


Yo me voy a pasar estos días de vacaciones reforzando con estas preguntas dos o tres ideas que me martillean en la cabeza. ¡Feliz descanso!

Fuente: Curso de creatividad de la Universidad de Cantabria (por cierto, quiero destacar que me ha encantado este curso) 

Gula

Cada vez que alguien confía en mí como coach para acompañarle en algún objetivo, sé que de nuevo tendré que enfrentarme a situaciones totalmente desconocidas, que el cliente me va a llevar por caminos diferentes a los que yo suelo transitar.  

En esta ocasión estoy inmerso en el objetivo (del cliente) de vencer la gula. Sí, el comer de forma compulsiva, sin control, en otras palabras, tratamos de evitar que la gula le engulla.

Llegamos hasta ahí tras alguna sesión indagatoria en la que los planteamientos no rondaban ni de cerca esta situación. Interesante. A medida quitábamos capas de cebolla, cosa que iba realmente bien, las acciones del  coachee eran rápidas y efectivas. Cumplía y realizaba las tareas que se iba imponiendo. Pero, de repente, el proceso se paró. 

Fue a raíz de ponerse como tarea regular su  comida y su ejercicio. Buscamos sus soluciones, sus ayudas y nos comprometimos a determinadas acciones. Fracaso, fracaso, fracaso. Me faltó un pelo para tirar la toalla, lo reconozco. Fue el cliente quien pidió seguir. Le hice caso y parece ser que ya, por fin, está caminando por la senda adecuada. ¡Bravo!

Pero lo que hoy quería comentar (perdón por la perorata anterior) es lo que sufren las personas con gula. Ha habido momentos en los que yo lo he pasado mal viendo sus padecimientos. No es fácil para ellos controlar unos niveles de ansiedad disparatados y utilizan la gula como defensa ante los problemas. La comida les alivia momentáneamente, les reconforta. Pero les va dejando una herida interna que luego les pasa factura. Su sentimiento de culpa, cuando te lo describen, es terrorífico.

Así que como aquí hablamos de cosas que nos pueden ayudar a mejorar nuestro futuro, os dejo con un enlace que nos indica caminos que debemos recorrer si queremos que la gula “no nos engulla a nosotros”. Ah, que no se me olvide un detalle: parece ser que la gula afecta más a las mujeres que a los hombres.  



#gula  #pecado capital  #coaching

No soy tu límite

¡Ay Señor! ¿Pero cómo se le ocurre decir que eso no lo puedo hacer? Como comprenderéis, fue intentado de inmediato (eso sí con resultado medio).

¿Qué ocurrió? Pues que estaba jugando un partido de padel (sí, yo también hago estas cosas) y en un momento determinado fallé una pelota al intentar hacer una jugada un poco extraña con la que buscaba sorprender al contrario. Mi compañero, de mayor nivel que el mío en este deporte, me dijo en tono cordial: “Esa jugada es muy difícil. No la debes hacer”.
Por su gesto  deduje que lo que me decía de verdad y con contundencia era: “Tú no la puedes hacer”.

Estuve a punto de parar el partido y explicarle: “¡Hombre, soy coach,… y competitivo, no me lances ese tipo de retos…!” Pero no lo hice. Más que nada para no parar el juego y enfriar a los contrarios.

Así que callé y esperé. Aún nos quedaba más de un set por disputar. Se dio la circunstancia y la aproveché. ¡Y me salió bien! Incluso los contrarios aplaudieron y comentaron el buen fin de la jugada. Pero mi compañero no dijo nada. Nada. Nada. Ni bien ni mal. Calló. Silencio. Al girarme, le miré de frente y,.., no abrió la boca.  


Luego volví a intentar la jugada un par de veces más. Una salió bien y otra un desastre. Yo quedé satisfecho y meditabundo. Porque muchas veces soy yo quien, en el terreno deportivo, limita a los demás. Así que será casi seguro que también lo haga en otros asuntos. Las palabras “eso es muy difícil”, “no lo intentes”, “hoy no toca” “tú no puedes”, “¿estas seguro?”- esto último con cierto menosprecio - tendré que borrarlas y buscarles las mejores alternativas posibles. Nadie es otro Cervantes, ni otro Nadal, ni otro… Pero podemos ser muy felices en el intento de escribir lo mejor posible, de hacer deporte bien, de estudiar ciencia con conciencia, etc, y nada ni nadie nos lo debe impedir. Yo mucho menos. 

Soy idiota

Esta semana saboreé un buen café y una mejor conversación con un gran amigo. Solemos dedicarnos un rato a comentar nuestros proyectos y deseos  sin poner limitaciones. Es divertido. Creamos un ambiente distendido en el que la imaginación vuela, sin cortapisas. Nos sirve para medir el realismo de proyectos futuros,  descargar tensiones acumuladas o incluso saborear pequeños éxitos. Un disfrute.

Así que allí me encontraba yo, frente a él, hablándole esta vez de algo que me hacía sentir mal porque no conseguía alcanzarlo. Tras escucharme con su habitual paciencia, me espetó: ¡Aplica la regla del oso,idiota!

Imaginad mi gesto cuando me lo dijo. Se percató inmediatamente de que algo había malinterpretado. Así que apostilló con rotundidad: “¡Javier, la regla del OSOidiota! Que no te estoy insultando”.

Ante mi cara de extrañeza remató: “Es una regla descrita muy bien por Jorge Bucay sobre lo que hay que hacer con los deseos” y me la explicó.  En pocas palabras viene a decir que frente a un deseo lo que hay que hacer es Obtenerlo,  o Sustituirlo u Olvidarlo (OSO) y si no haces ninguna de  estas tres cosas entonces,…, eres idiota.

Os invito a que escuchéis un audio corto donde el propio Bucay describe esta línea de actuación.  A sus inteligentes y emotivas propuestas hay que sumarle la capacidad verbal y poética que es capaz de desplegar. Yo no le había escuchado nunca y creo que ahora me apuntaré a hacerlo con más frecuencia.  Desde este enlace podéis ir a otros audios tan interesantes como este.  Mejor me callo y dejo paso a Bucay.



Por supuesto,  tras oírlo está claro como el agua. Soy idiota en muchas ocasiones.