Hay personas que declaran
abiertamente “No tengo aficiones”. Y
siempre encuentro en ellas una mente plana. Sus neuronas (supongo que tienen
más de una), están bastante estancadas. Esta es una declaración que me
sorprende pues se me hace muy difícil pensar en alguien a quien no le gusta
nada, que no disfruta con nada. Prefiero
pensar que es más una pose que una realidad.
Porque las aficiones son
la manera más directa de acercarnos a eso que hoy en dia llaman Mindfullnes, vivir
el momento, realidad plena, estar presente, etc,etc.
El deporte, la pintura,
las manualidades, la fotografía, el baile, la lectura, o cualquier otra cosa
que nos pueda acompañar, nos lleva a vivir ese momento de práctica como único,
a olvidarnos de todo lo que nos rodea y centrarnos exclusivamente en esa
realidad. Al final nos relaja. Esto es bueno para la mente, para abrirla, para descansarla, para
activarla. Sabéis que soy un gran aficionado a todo lo relacionado con la
creatividad. Bueno, pues la base de la creatividad pasa por la capacidad de
apartarnos de nuestro hábitat natural y tener experiencias distintas, nuevas,
de ocio.
Cuando hemos sido capaces
de vivir con intensidad el momento del ocio y volvemos a la realidad, nuestra mente es distinta, es
más flexible, está más activa y es más elástica.
Si además de tener esas
aficiones potenciadoras de nuestra mente, conseguimos poner en práctica la
meditación, veremos cómo nuestra manera de ver la vida cambia, se potencia
todo, damos lo mejor de nosotros mismos, nos conocemos más a nosotros mismos y a los otros, y además, nos lo pasamos bien. ¿hay
algo mejor que ser mejores disfrutando con ello?
Os dejo un enlace a un
artículo de un blog sobre mindfullnes en el que se explica muy bien en qué consisten estos movimientos
modernos del ahora, su relación con prácticas antiquísimas, sus beneficios y
cómo ponernos en marcha. Espero que lo disfrutéis (¡mejor aún, que nos aficionemos!).