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Detalles



Son cosas pequeñas las que nos hacen importantes. Una frase que sueltas casi sin pensar, un roce, un gesto,  una mirada… Dejas una huella profunda, enterrada, que sale a la luz cuando no lo esperas. Casi ni la recuerdas pero quien la recibió nunca la ha olvidado.

Un buen amigo me mandó esta frase del escritor Orison Swett Marden como felicitación de Navidad:

"Tan sencilla es la verdadera felicidad, que la mayor parte de las gentes no reparan en ella. Es hija de lo más humilde, tranquilo y modesto que en el mundo existe."

Por eso, tener detalles, pensar en pequeño continuamente, ayuda los demás a ser más felices. Casi sin que te des cuenta. Sólo por esto valdría la pena pensar en pequeño. 

El valor de regalar detalles, de estar presente en cada momento sin esperar nada a cambio, hace cambiar nuestra vida y la de los demás. 

No hay mejor forma de pasear por la vida – sin pasar de ella – que mantenernos en el detalle. Una llamada de teléfono, un washap, un minuto con verdadera intención de escucha, un ocuparse de quien tienes cerca, un pensar en lo que le gusta al otro, provocar una sonrisa,  acompañar en momentos difíciles o de enfermedad, hacer una comida porque sí, sin más, agradecer, compartir,…es lo que nos lleva a comprender la vida, su sentido y su valor. 

Claro que siempre habrá momento para la gran accion, para el reto imposible, para la batalla más grande, pero lo que nos prepara, lo que nos entrena para afrontarlo, es la experiencia en el detalle de cada día. No lo olvidemos.

Sin tiempo



Es recurrente. Tanto en el mundo personal como empresarial me aparece con demasiada frecuencia el asunto de la gestión del tiempo: no llego, no doy abasto, no cumplo, no tengo ocio, no puedo,…


Esta situación lleva a la desesperación los que la viven. Desde quien se dedica a las tareas del hogar, pasando por el empresario más reconocido, el mando intermedio, e incluso el estudiante. Todos la soportan sobre sus espaldas con angustia y pesar. Aparece además la resignación frente a algo que no pueden controlar. Se complica. 


En multitud de webs, blogs y artículos se dan recetas para afrontar esto. Las leo todas y muchas de ellas son coherentes y acertadas.  Ahí están para quien las quiera leer. Mejor dicho para quien las quiera aplicar. 


Pero aquí está el problema.  Estos consejos no son mágicos ni instantáneos. Tras cada uno de los pasos hay un esfuerzo y un trabajo a realizar. Entonces viene la desesperación de quien las lee. “Si ya tengo mucho trabajo y nada de tiempo ¿cómo voy a perder el tiempo que no tengo y las fuerzas que no me quedan para intentar reducir tiempos y trabajo?”  Así que no le encuentran aplicación a los consejos y por tanto no hacen caso de ellos.  


¿Qué ocurre entonces? Pues que el tiempo se empieza a complicar aún más. Cada vez más tareas, más dedicación, más obligaciones, más responsabilidades. Se crea una espiral ascendente de agobio y malestar muy perniciosa. Y al cabo del tiempo llega a afectar tanto que sí o sí hay que tomar una decisión porque pagas con la salud…o la vida


La inteligencia en esta situación está en empezar a dar soluciones en el primer instante en el que se detecta que el tiempo me come. Es más fácil y más saludable. Por supuesto que también tiene solución más adelante pero el esfuerzo ahora va a ser menor. Porque lo mejor de todo es que esto tiene solución. Sólo tienes que querer de verdad. No esperes a necesitarlo de verdad.  

Si trabajas el tiempo mejorará tu espacio vital.