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En venta



Vender no es una tarea fácil. Entre otras cosas implica conocer perfectamente lo que llevas entre manos, saber cuáles son las necesidades de tu interlocutor y tener un discurso estudiado al milímetro.

En la buena venta  no hay improvisación. No la hay. Sirva como ejemplo una obra de teatro. Allí todo fluye, todo parece natural - si no lo parece es que no es una buena obra – todo transcurre en el momento adecuado. Luego al espectador le podrá gustar o no pero todo está preparado y cocinado previamente. El fin último es que la obra le guste al mayor número posible de personas o al círculo al que va dirigida.

Sólo que la venta aún es más difícil. Porque las estadísticas dicen que quien vende en una de cada diez ocasiones es un gran profesional.  La venta es tan dura como esto. Necesitas estar preparado para el fracaso. Nueve de cada diez veces. Esto no lo soporta cualquier mente. Se puede sufrir pánico.

Por supuesto son muchas más cosas que las tres que he indicado al principio de este blog. Por eso hay montañas de libros y de estudios dedicados a esto. Y por eso hay poca gente que quiera dedicarse a la venta.

Pero hoy en dia, no queda más remedio que prepararse para afrontar que tenemos que vender, que las circunstancias nos van a obligar a tener que hacerlo, que el trabajo nos exige cada día más que aportemos valor a la empresa (propia o ajena) vendiendo nuestro trabajo. Y se puede aprender. Hay gente muy buena que te puede ayudar.  


De hecho, un porcentaje elevadísimo de puestos de trabajo que se ofrecen están relacionados muy directamente con el mundo comercial. O espabilamos o nos destierran. Hay que formarse en la venta. Eso sí, si aprendes, te vas a llevar muchas alegrías

Cambiar a peor

Hay cosas que nunca me dejan de sorprender. Hoy me vais a permitir que utilice alguna palabra “malsonante”. Sabéis que no suelo hacerlo pero así hago una transcripción mas literal de lo hablado. 


No me voy a enrollar mucho. Imaginad por un momento que alguien opta por dos posibilidades frente a una situación. La primera pregunta que se me ocurre es ¿Cómo quedarás si optas por el camino A? La respuesta que me dan es categórica: “Jodido”.

Bueno, ya tenemos algo más claro. Me alegra tanta claridad. Se me escapa una sonrisa. Entonces, ¿cómo quedarás al optar por el camino B?  En décimas de segundo, marcando previamente un gesto de desesperación, la respuesta es: “Jodido”.

Ahora el gesto de desesperación se me pone a mí. No lo puedo evitar. Mi interlocutor sólo ve dos caminos posibles y los dos nos llevan al mismo sitio. 

La siguiente propuesta es buscar alguna alternativa más. Pero no se centra en ello. ¿Y la posibilidad de quedarse como está?  No le gusta.

¿Entonces? ...Que quiere un cambio. Sí o sí. 

La duda que me viene a mí en ese momento es: ¿Alguien quiere meterse en un camino que sabe que le va a ir mal?  ¿Qué obtiene con ello? ¿Qué será más doloroso? ¿No estar bien ahora porque lo que tienes en este momento no te gusta? ¿O estar muy, muy jodido más adelante pues has sido consciente de que ibas a estar jodido?

Desde luego, esto último es jugar a la ruleta rusa con el cargador lleno de balas. Y lo que más me sorprende es que alguien vaya a pegarse un tiro a sí mismo sabiendo que va a morir…pero no porque quiera morir, sino porque quiere salir de una situación actual. A cualquier precio. Aunque en ese otro sitio le vaya aún peor.  


Desde luego, hay mucha presión hoy en día para salir de la zona de confort, para moverte, para impulsar el cambio. Pero hay que distinguir - aunque sea de perogrullo - que no todos los cambios son necesariamente a mejor. Ni tienen que ser ¡ya! Ni a cualquier precio.  

Impresionado

Me he quedado impresionado. Impresionado por lo impreso. Os cuento. 

Imaginemos por un momento que tenemos en casa un electrodoméstico – digamos que del tamaño de una lavadora – que va a tener un uso revolucionario dentro del hogar.

Si ese electrodoméstico fuera capaz de construir o generar cualquier útil, artefacto, elemento o cosa que podamos necesitar, entonces resultaría que muchos de los parámetros con los que nos movemos en la actualidad van a cambiar. Radicalmente.   

Vayamos a un caso simple. Necesito una taza. Me voy a mi nuevo electrodoméstico, le indico que me fabrique una taza y al cabo de un rato, allí la tengo.  Perfecta, como yo quiero. Con las características que le pida. O una mesa, o un cubierto o un elemento de decoración.

Pues esto ya existe. Se llama impresora 3 D. He tenido la suerte de poder verla en funcionamiento. Es espectacular. En este caso se utilizaba para la realización de prototipos de ingeniería. Su resultado es sorprendente y eficaz.  

Os dejo aquí un videopara que veas un modelo muy básico de impresora 3 D. Fijaos bien en su funcionamiento. Yo pensaba – por supuesto equivocadamente – que estas impresoras lo que hacían era modelar una pieza. Pero no. Lo que hacen es construir. Que es muy distinto.

Y una vez visto esto, aquí os dejo un simpático video sobre posibles utilidades caseras. Empieza el espectáculo.

Para finalizar y por si quedara alguna duda, os dejo otro video de aplicaciones más “modernas” que nos dan idea de por dónde van los tiros.

Veréis que los usos son múltiples. Y espectaculares. De ahí mi impresión.

Todo esto me lleva a preguntarme muchas cosas. Por supuesto, la primera sería si esto tiene futuro. Es decir si la impresora 3 D va a llegar a los hogares. De ser así, ¿hasta dónde nos va a cambiar? ¿Cómo van a cambiar los modelos de desarrollo? ¿Esto mejorará o empeorará nuestra calidad de vida? ¿Cómo afecta directamente esto a las personas? ¿Podríamos llamar a esto la era del 3D

En fin, que me quedo dándole vueltas porque contestar bien y prepararme para esto es la mejor manera de afrontar el futuro.   
  
Y para que no todo sea tecnología, os dejo un enlace a un post anterior en el que hablaba de posibles trabajos que seguirán vigentes a pesar de la irrupción del 3D.

No, nada.

Llevo varios días de actividad continua. Una locura que me era necesaria  parar. O reviento. 

Así que tumbado en mi sofá, en una posición extraña, únicamente estoy cumpliendo con mi tarea de escribir el post semanal para este blog.

Durante la semana he tenido cenas de empresa, de amigos, bodas, reuniones de trabajo, propuestas de negocios de todos los colores, deporte, en fin, un cúmulo  cosas que me han obligado a dedicar el día del Domingo a…no hacer nada, salvo este escrito.

Cuando digo nada, es nada. No me he quitado el pijama, no me he afeitado, he estado tumbado todo el dia a la bartola, sin dar palo al agua. ¿Cocinamos algo? No. ¿Vamos a dar una vuelta? No. ¿Hacemos la cama? No. ¿Paseamos con la perra?  No ¿Te duchas? No. ¿No te afeitas? No.  ¿Has llamado,…? No  ¿Revisamos las cuentas? No. ¿Quedamos con…? No.  

Nada es nada. Recargando pilas. Pasando por el cero absoluto. Incluso del reloj. ¿Sueño? Dormir.  ¿Cansado? Siesta de dos horas y media. ¿Aburrido?  Hasta morir. ¿Pensar? Tarea prohibida. Me habla la planta que tengo en la terraza y ni le contesto.  Solo siento el grito de las tareas mínimas de mantenimiento. Me pongo en posición vertical únicamente para beber (agua), comer de los restos de la nevera, y responder a las necesidades puramente básicas del cuerpo. ¿La mente? No existe, en blanco. ¿Y el móvil? No sé dónde está.  

Reconozco que estas maravillosas 24 horas son reparadoras para cuando llegue el Lunes y vuelva al trajín diario. Estaré fresco, con ganas, con ilusión y seguro de que todo irá bien. Si no es así ya lo resolveré, pero mañana. Hoy no. Ni aunque tuviera ganas, que no las tengo.


Pip, pip, pip,…, estoy apagado o fuera de cobertura en este momento. 

Marcar diferencia

Admiramos a determinadas personas por su capacidad de seducción, de imaginación y de intuición. 

Son esas personas que se hacen  con la situación en décimas de segundo, que nos sorprenden por su agilidad mental y que encuentran  soluciones posibles en las situaciones más difíciles. Hablamos entonces de genialidad, de intuición, de perspicacia, de sabiduría, … vamos, que les reconocemos un don.

¿Qué hay detrás de esto? En general lo que hay es trabajo, mucho trabajo. Método y técnica. Incluso aunque ellos, los buenos, no lo sepan, hay método y técnica.

Esta introducción viene porque en un día de vagancia (de esos que tengo muchos) me dediqué a pasear por Google buscando asuntos de mentalismo.  No desde el punto de vista filosófico sino desde el mentalismo como espectáculo, como ilusionismo, como magia. Me sorprendió ver cómo ponen al servicio de este arte diversas ramas del conocimiento que en algún momento hemos comentado en este blog. 

Imaginemos por un momento que pudiéramos cultivarnos en el estudio del lenguaje corporal, en el proceso intuitivo, en el lenguaje verbal, en el funcionamiento  del cerebro, en la gestión de las  emociones propias y ajenas, en las técnicas de los procesos mentales, del espectáculo, en la oratoria, en la gestión de personas, y en alguna que otra más. Con todo este equipaje, seguramente pasaríamos  a ser esas personas especiales que de vez en tarde vemos por ahí y que despiertan nuestra admiración...¡Siendo normales!

Bueno, pues todo lo indicado anteriormente – que es lo que domina un buen mentalista - es susceptible de ser conocido y estudiado. Ah, y mejor aún, puesto en práctica. Por partes, hasta llegar a un todo.


No dejemos pasar la oportunidad de formarnos en todas estas disciplinas. Sin prisa pero sin pausa. Como montando un puzle. Con intención. ¿Cuál? La de ofrecer la mejor versión de nosotros  mismos, además de ofrecer capacidades sorprendentes por sus resultados. Es emocionante, gratificante.y,..., divertido. 

Por si tenéis un rato para distraeros, os dejo un enlace a un video en el que el joven mentalista Alejandro Balagué nos presenta su espectáculo. Genial.