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Quiero lo que él tiene


Si dejamos fluir sin más las emociones que arrastra este sentimiento empezará la batería de afirmaciones: “Tiene suerte, alguien le protege, lo ha conseguido sin méritos, no se lo merece,… “ y así hasta el infinito. De tal manera que no tenemos una explicación sino una justificación irracional de qué ha ocurrido para que el otro tenga lo que nosotros queremos tener. Al no haber un razonamiento coherente, esa idea nos va a estar golpeando continuamente y no va a tener la solución adecuada. La envidia, como sentimiento irracional, puede ser muy perniciosa. Nos aboca a una realimentación negativa permanente de varias emociones: indignación, furia, agresividad, enfado, miedo, pena profunda...
¡Vaya coctail!
¿Cómo paramos esta bomba de relojería de destrucción masiva? Por supuesto, la primera pregunta sería ¿para qué lo quiero? Ójala la respuesta tenga lógica. Si la tiene, cosa que no siempre sucede, seguiríamos con ¿Qué puedo hacer para conseguirlo? Y luego ¿Estoy dispuesto a esforzarme lo necesario para conseguirlo? ¿Qué capacidades necesito para alcanzar ese objetivo? y ¿Cómo me veo si lo consigo? Estas preguntas hacen que el foco de atención pase del otro, del envidiado, a ser tú mismo, es decir, empieza a dejar de lado lo que le ocurre al otro y te enfrenta con tu realidad y con tu capacidad de esfuerzo.
En muchas ocasiones, estas preguntas contestadas con sinceridad hacen que el nivel de envidia disminuya e incluso desaparezca. Y entonces, sólo entonces, estarás dispuesto para actuar,…, si es lo que de verdad
quieres.
Ah, y de paso, alégrate y felicita al otro por lo que tiene y reconócele sus méritos, porque ya sabrás cómo lo ha conseguido. Esto también ayuda.


Con envidia sana, si queréis leer más, os recomiendo este artículo: 

¡No se acabó!


Querido fin del mundo: 

¡Me la has vuelto a jugar! Sé que es la 186 vez que esto ocurre. 186 veces sin cumplir tu palabra de que esto se acaba. Y no puede ser. La semana pasada no felicité a nadie las Navidades, abandoné todas las obligaciones. ¿Ya para qué? Esto se acababa. Así me lo dijiste. 
No es fácil que alguien me cuente algo y no prestarle atención. Y es que uno ya está permanentemente con la antena levantada para ayudar a quien haga falta. Y sin embargo, lo hice. Me taponé los oídos con cera. Sus problemas no iban a durar mucho. Así que ¡para qué oírle? 
Pasé de afeitarme, ducharme y cualquier cosa relacionada con la higiene. Lo mismo daba. Pa una semana... 
Tampoco afronté ninguna situación difícil, total se iban a acabar todas. Me permití pasar de todos en el ámbito laboral porque me fié de tu palabra. Es más, acabé con todas las existencias de alimentos y alcohol de casa, porque para que tu los destruyeras, mejor me las llevaba yo encima. Ni hipertensión, ni colesterol, ni ná. 
 Crucé con todos los semáforos en rojo sin preocupación, me excedí de velocidad...¡Qué risa cada vez que se encendían los flashes de las cámaras! No me iba a llegar ninguna foto..., dejé impagados los recibos de la luz, del agua, del teléfono,..., y el dinero lo utilicé para el spa, más tabaco, alcohol y una buena mariscada. 
¿Y ahora qué? Hace ya un día que tenías que haber acabado con todo esto y no lo has hecho aún. Así que la denuncia que te voy a poner va  ser de órdago. No puede ser que ahora me toque volver a leerme todo este blog para recordar las cosas que tengo que hacer, que tenga que llenar la nevera, ¡que tenga que preparar todas la felicitaciones de Navidad, que me toque ser bueno en estas fechas tan especiales, que...

En fin, os dejo un video que os vendrá bien para recordar nuevamente todo lo que nos viene por delante. (Este video es genial, prestarle mucha atención) Un 10 para Inknowation. Vale la pena verlo y guardarlo. 




No es mi problema


Claro, si no es tu problema, ¡la solución la ves fácil!

El pintor, tras meditar un largo rato dejó sus pinceles, volvió a mirar el lienzo sobre el que estaba trabajando y decidió salir de su estudio. No era el momento. Paseó, conversó con unos amigos, comió en el bar de enfrente de su casa, acabó de leer  el libro que siempre llevaba en su cartera y volvió a enfrentarse al lienzo.  Ahora sí, se dio cuenta de por dónde iba a continuar su trabajo.

¿Cómo podríamos comparar lo que hizo el pintor  con lo que nosotros hacemos cuando tenemos un problema? Normalmente nos obsesionamos, cerramos el punto de mira y nos centramos en esa situación. Nos enfocamos. Y normalmente, quedamos bloqueados. Por tanto, volvemos otra vez a empezar el círculo pero con un poco más de profundidad. Obsesión, cierre del punto de mira, concentración y …, decepción.  Así hasta caer muy abajo. Resulta que en la misma búsqueda de solución está el problema.
Tal vez reenfocarlo, cambiar la posición, verlo desde fuera, o incluso desconectar de él temporalmente, nos sirva.
¿Qué ocurriría si  pensara  en un problema mío como si no me atañera? ¿Cómo consigo darle un tiempo de reposo a una situación complicada? ¿Cuándo me hubiera venido bien actuar así? 

Espera en acción


Cogió su escopeta y salió a cazar. A la vuelta, tras pasar todo el en el campo, los zurrones estaban vacíos. Su mujer le preguntó: 
-¿Cómo es que sonríes si no has traído nada? 
- He revisado las  trampas  y colocado algunas más – respondió el marido – y los animales aún no han pasado por allí. No tardan más de tres días en recorrer todo su terreno para comer. ¡Mañana seguro que cae algo!


Cuando queremos que ocurra algo podemos esperar o esperanzar. Distingamos ambos conceptos.  Esperanzar supone que tenemos ilusión porque  algo suceda pero nada de lo que pueda acontecer depende de nosotros y además puede pasar o no. Confiamos en un golpe de suerte que nos lleve a conseguir nuestro objetivo. Sin embargo el  esperar supone que algo cierto va a ocurrir aunque no sepamos cuando.
“La respuesta subjetiva a espera, es que algo en el futuro será seguro que ocurra, por lo tanto esa emoción te orienta para prepararte para el futuro y para trabajar en su dirección. Por el contrario, la naturaleza incierta de la esperanza, te deja inseguro sobre lo que pueda ocurrir y por tanto dudoso de cómo actuar en relación al futuro” Salvador Carrión PNL
Se unen aquí varios conceptos que nos son muy útiles: Conocimiento, ilusión, acción, confianza. Estos consiguen que tus objetivos sean posibles. 

¿Será miedo?


Me preguntan algunas veces que de dónde saco las ideas que voy volcando en este blog. Pues es fácil. Amén de lo que haya podido estudiar o vivir, siempre suelo ir con una libreta en mi bolso de mano. Allí anoto las cosas que me llaman la atención. Una palabra, una frase, una idea o una situación. Cuando acaba la semana tengo dos o tres cosas interesantes que me atrevo a comentar con vosotros esperando que también os sirvan. Al tiempo que las escribo me viene bien para pensar sobre ellas. Así que al final no sé si os lo cuento o
me lo cuento a mí mismo. Y bueno, ese es el truco y no otro.
Hablando con un buen amigo mío, al que tengo por mentor aunque él no lo sepa, le dije que alguien (llamemosle Perico) era malo. ¡Pero malo de maldad! Vamos que era un canalla. El notó mis gestos tensos. Yo estaba cabreado de verdad. Y como suele hacer, me lanzó un comentario, como quien no quiere la cosa:
Javier, ¿Has pensado en los miedos que le llevan a actuar así? ¿Cómo juzgarías a una persona si sabes que es el miedo lo que le empuja? Miedo a perder su trabajo, a no ser reconocido, a ser humillado, a
perder su identidad, a perder la familia, a…
Se me atragantó la aceituna que me estaba comiendo tan a gusto y quedé boquiabierto.  En una décima de segundo, mi “enemigo” Perico, aquel de quien yo me estaba quejando amargamente, quedó desnudo ante mí. Vi un montón de motivos para pensar que su actitud es puro miedo. No es que justificara su actuación pero cambiar ese punto de vista, maldad por miedo, me calmó. Incluso aunque yo parezca tonto, disminuyó mi
animadversión. Casi, casi, le comenté a mi amigo, que trataré de ayudar a Perico la próxima vez que le vea, para ver si consigo disminuir  su preocupación… luego ya le recriminaré su forma de actuar (¡que uno no puede ser bueno siempre! je).
¿Qué miedos le puedes atribuir a algún conocido-enemigo- desconocido tuyo? ¿Cómo puedes reducirle  ese nivel de temor? ¿Cómo crees que actuaría  él si lo consigues?