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Cualquier tiempo pasado...

El otro día vi una charla TED sobre los problemas que afrontará la siguiente generación impartida por Alfons Cornellá. 

No voy a hacer un resumen de ella porque vale la pena verla entera, me resultó apasionante. Os dejo el enlace al final. 

Me quedo con la necesidad/obligación/satisfacción de que los mayores nos aliemos con los jóvenes, y viceversa.

Ya tengo una edad en la que es frecuente el comentario “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Suelo contestar que tal vez porque fuera el suyo o porque es más cómodo no querer adaptarse. Desde luego cambiaría la frase por “Cualquier tiempo pasado fue,…, distinto”.

Como entrenador deportivo – afición que me apasiona – tengo la suerte de estar mucho tiempo con gente joven. Y también por mi profesión y cargo en mi trabajo. Es verdad que durante bastante tiempo me encerré en que mi generación había tenido la verdad absoluta, despreciando – mejor dicho, no haciendo caso- ni a los de delante ni a los de atrás. Craso error. De haber seguido así de empecinado estaría en estos momentos muerto, obsoleto, insatisfecho e... inactivo laboralmente. 

En el momento en que decidí aceptar/abrirme a otras maneras de pensar descubrí  las ventajas de tener otros puntos de vista, de apreciar otros conocimientos y de pensar en una manera distinta de ver el mundo. Reconozco que los canallas de los jóvenes me ponen en verdaderos apuros intelectuales. Pero sobre todo, me llevan a reconocer que en bastantes ocasiones tienen razón. Me guardo en mi mochila la ilusión, el empuje, el conocimiento técnico y su capacidad de adaptación.

De los mayores, me quedo con,…, la ilusión, el empuje, el conocimiento técnico y su capacidad de adaptación.

Tengo la suerte de relacionarme con gente así. Espero estar a la altura. Por supuesto, me aportan alegría, bienestar, satisfacción, recursos y risas, muchas risas. 


Os dejo el enlace a la conferencia. Disfrutad con los problemas complejos. 

Ah, os incluyo también el enlace a otra entrada de este blog en la que se comentan diversas posibilidades de trabajo, algo menos complicaditos que lo que nos cuenta Alfons pero con posibilidades. 

Mis preguntas

Sigo con las cosas sencillas -  y para mi utilísimas -  tal y como he hecho en los últimos post comentando la rueda de la vida y las motivaciones. 

Lo que más agradezco al coaching es que me ha enseñado lo que son las preguntas abiertas. Ya no para preguntar a los demás sino para utilizarlas “contra” mi mismo. Os pongo algún ejemplo.

Antes, frente a cualquier situación, podía preguntarme: ¿He hecho bien? Con un si o un no, el asunto quedaba zanjado. Es decir, la pregunta me lleva a dos posibilidades o si o no. Una contestación tan rotunda admite poca réplica y por tanto provoca menos auto reflexión.

Si en vez de esta pregunta, utilizo otra, como por ejemplo: ¿Cómo me ha ido actuando así? Pues abro un poco las respuestas  - no mucho más -  porque con un bien, mal o regular o algo de este calibre, se puede cerrar el asunto.  

Por tanto, tengo que apurar aún más la pregunta si quiero sacarle jugo.  ¿Qué consecuencias tengo actuando así?  O ¿Cómo podría haber actuado de otra manera? Empieza a obligar a que las respuestas sean más detalladas, que requieran más explicación.  Es decir, me obligan a pensar más, a profundizar más, a darle más vueltas buscando alternativas. Y aquí está lo bueno.  Siempre aparecen cosas de uno mismo que tal vez nunca esperaba.  Y para rizar el rizo – sirva solo de ejemplo - , ¿Cómo creo que explicaría esto mi peor enemigo/mejor amigo/familiar/….?  Esto ya me vuelve loco.

Verás que también en la pregunta se evita la directividad es decir, hacer una pregunta que me obligue a ir hacia un camino concreto.  Una pregunta del tipo: ¿Cómo sería la respuesta favorable de mi mejor  amigo a esa situación? Estoy dando casi por entendido que mi amigo me va a apoyar.   

En fin, os invito a practicar el arte de preguntar  y que lo utilicéis con vosotros mismos. Es un juego sorprendente.